Imma Puigcorbé con su libro en las manos

El libro de la veterinaria que dejó las cosas claras a los políticos en el Parlament

La ripollesa publica 'Vaques. Historias de una veterinaria rural' en homenaje a los vaqueros ya un mundo que "peligra"

"Me he desnudo mucho en este libro, hablo de días que he llorado y días que me he sentido muy feliz". Imma Puigcorbé es una veterinaria rural de Les Llosses (Ripollès) y una de las caras visibles de Revolta Pagesa desde que en febrero comenzaron las movilizaciones del sector. Acaba de sacar un libro con el sello de Cossetania Edicions donde recoge, en primera persona, algunas de sus vivencias en las granjas y, de paso, un mundo y unas tradiciones que "pelean".

El proyecto empezó hace dos años, cuando empezó a escribir las historias que no podía contar con detalle en las redes sociales, donde es muy activa. Reivindica la manera de hacer y amar a los animales del campesinado: "Se nos ha tildado de fríos y no es así".

A sus 35 años, Puigcorbé se estrena como escritora con una clara voluntad: acercar el mundo urbano con el mundo rural. "Es volver a juntarlos, que el mundo urbano se dé cuenta de que en el mundo rural tenemos emociones, que cuidamos a los animales, que los amamos", explica en una entrevista concedida a la ACN. Es su particular homenaje a "todos los vaqueros y vaqueras, guardianes de bestias, montañas y campos".

En el libro habla de sus orígenes, de su día a día y también de un mundo que "peligra": "Desde que era pequeña, las cosas han cambiado y se han estropeado tanto (...); el mundo rural cuelga de 'un hilo y los recuerdos te reconfortan'. Forma parte de las nuevas generaciones de campesinas y ganaderas que, pese a las dificultades, han levantado la voz para evitar "la muerte" del sector.

Para Puigcorbé, que este martes habló como portavoz del sector en el pleno monográfico en el Parlament, "hay mucho trabajo por hacer, son muchos años de políticas que no han ayudado en nada al sector, sino que le han hecho desaparecer". Y añade que "ya no hay vuelta atrás" y que seguirán movilizados para conseguir "cambiar mentalidades y leyes".

Momentos de llorar y momentos de reír

Y una manera de concienciar, según Puigcorbé, es narrar en primera persona cómo es el día a día de un trabajo que no entiende de fines de semana y festivos, de guardias largas y de cómo trabajan "con pasión y vocación" con los ganaderos . El libro incluye distintas historias independientes acompañadas de dibujos en blanco y negro de Laia Baldevay. En capítulos como 'Ellos no lloran', desgrana situaciones de tristeza, impotencia, miedos, pero también de alegría y emociones con una clara voluntad: demostrar que el mundo rural "no es frío, que hay sentimientos, que la gente sufre y que aman a los animales".

Para la veterinaria, es necesario romper con este estereotipo que, a su entender, no se ajusta a la realidad. Tampoco es real, dice, la "imagen infantilizada o de dibujos animados" que puede tenerse de los animales.  "Mi padre ya me lo decía: el animal más manso mató al dueño", en el sentido de que tienen sus instintos y que, al igual que te pueden dar una cosa y hacerte daño, también te pueden lamer. Puigcorbé narra su día a día rodeada de vaqueros y vaqueras preocupadas por sacar adelante su explotación.

Son casos reales que ha querido mantener en el anonimato de forma intencionada. "He mantenido sólo la primera letra por la intimidad de la gente", explica añadiendo que todavía tienen muy presente los ataques a granjas por parte de animalistas de hace unos años y que no quiere dar pie a ninguna reacción que pueda perjudicarles. Subraya que el libro "no va en contra de nadie" sino que intenta explicar el día a día a payés.

Así explica cuando estudió veterinaria en la UAB, sus primeros trabajos, pero, sobre todo, narra de una forma muy divulgativa algunas de las patologías que pueden sufrir estos animales y qué se puede hacer para intentar curarlas. "He querido hacerlo así para ayudar al lector a entender mejor que no es solo ir a operar y ya está", afirma. Y lo hace con detalles, también cuando las cosas no funcionan y el final no es el deseado.

"Tengo miedo de que me juzguen, pero creo que era necesario expresar las debilidades para que fuera creíble; si sólo cuento lo guapo, la gente no se lo creerá". Y termina con un deseo: "Me sentiré satisfecha si el lector ve el mundo rural con ojos de agradecimiento, por todo el trabajo que realizan en nuestro país".